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sábado, 8 de agosto de 2015
Presidencia de Bartolomé Mitre
Llegado Rosas al poder, Mitre emigró a Montevideo, donde en 1837 se inscribió en la Academia Militar. Al mismo tiempo colaboró en El Iniciador, órgano de la nueva generación argentina. En 1839 combatió en Cagancha; fue artillero en Montevideo sitiada. En 1846 pasó a Bolivia, donde organizó el Colegio Militar y gozó del apoyo del presidente Balivian. La situación política inestable lo obligó a seguir al Perú y Chile, hasta que en 1851 volvió a Montevideo. Tras el pronunciamiento de Urquiza se unió a sus fuerzas y combatió en Caseros como jefe de la artillería. Después de la victoria se opuso a la política de Urquiza y fue desterrado. Volvió a Buenos Aires cuando la ciudad se alzó contra Urquiza y fue el jefe de estado mayor de la ciudad sitiada. A la vez comenzó a actuar en política; fue elegido diputado. Intransigente en lo que tocaba a la defensa de los derechos de la provincia, se oponía, sin embargo, a los que consideraba en definitiva su separación de la Confederación que se organizaba con los auspicios de Urquiza. En 1859, producido el rompimiento entre la Confederación y sus provincia, comandó el ejército de ésta en la batalla Cepeda: fue derrotado. Unida Buenos Aires a la Confederación fue elegido gobernador de esta provincia (1860). Durante el segundo conflicto que la opuso a la Confederación, volvió a comandar el ejercito bonaerense y quedó victorioso en Pavón, ante la retirada de Urquiza. Los poderes federales se disolvieron, y Mitre se declaró por el mantenimiento del régimen federal. En 1862 fue elegido presidente. Desde su gobierno realizó una obra de organización (faltaba aún constituir sectores enteros del estado, como el Poder Judicial) y de progreso: extendió las comunicaciones ferroviarias, organizó la enseñanza secundaria, comenzó la preparación de los códigos. A la vez debió vencer las últimas resistencias que el orden constitucional levantaba en las provincias. Más grave fue la guerra del Paraguay, que a partir de 1864 reclamó las energías del gobierno; la lucha no había concluido cuando Mitre abandonó el poder. El candidato que contaba con sus simpatías para sucederlo -Elizalde- fue derrotado por Sarmiento, que contaba con fuerte apoyo en las provincias y con el del Partido autonomista de Buenos Aires. Durante el gobierno de Sarmiento, Mitre vino a hallarse en la oposición (aunque en 1872 aceptó la embajada en el Brasil) y como candidato opositor participó en las elecciones presidenciales de 1874. Vencido, y aduciendo fraude, se alzó en armas en el S.de la provincia de Buenos Aires. Derrotado y tomado prisionero, fue condenado a muerte e indultado por el presidente Avellaneda. En 1880 no participó en el conflicto armado entre su provincia y la Nación. Durante el gobierno de Juárez Celman fue uno de los que encabezaron las fuerzas opositoras, que iban a formar la Unión Cívica. Vencida la revolución, pero alejado el impopular presidente, Mitre acordó apoyar al vicepresidente Pellegrini; ello, y su acuerdo con Roca motivó el apartamiento de los grupos intransigentes de la Unión Cívica y se formó la Unión Cívica Radical. Mientras tanto, el influjo de Mitre en Buenos Aires había llegado a ser muy grande. A su actividad de militar y gobernante se sumó la de publicista y escritor. Fundó sucesivamente La Epoca, en su destierro boliviano, y en Buenos Aires, Los Debates, La Nación Argentina, y La Nación, donde puso al servicio de sus ideas una prosa sobriamente eficaz. Fue orador elocuente: su mejor pieza es el discurso de recepción de los restos de Rivadavia. En su juventud escribió poemas, obras teatrales y relatos. Posteriormente tradujo a Dante y a Horacio. El legado más sólido lo dejó Mitre como historiador: en la Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina, cuyo primer esbozo data de 1857, y cuya edición definitiva se publicó en 1876-1877, sigue el proceso de crecimiento de la sociedad rioplatense, que conduce lentamente a la Revolución, y examina la lucha revolucionaria y sus turbulencias. La Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana (1887-1890) intenta trazar la génesis del ideal eticopolítico que guiaba a la revolución argentina. Escribió además obras históricas menores, y, en polémica con López, publicó las Comprobaciones históricas (1881-1882), en que defendió sus conclusiones y las exigencias eruditas que guiaban su obra. Fuente:Diccionario Enciclopédico Quillet Tomo VI. Pág. 211 Editorial Argentina Arístides Quillet. 1960, 1964, 1966, 1968 |
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